Denuncian amenazas para el maíz mexicano
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Uno de los granos de consumo más cotidiano en el país
El Mañana 11 de noviembre de 2019
Ciudad de México.
El maíz mexicano, uno de los granos de consumo más cotidiano en México y más preciado a nivel internacional, está amenazado por tres vías de contaminación: la importación de producto transgénico, el contrabando de semillas transgénicas y la contaminación cruzada a través de la polinización.
Dos décadas después de que activistas de Greenpeace denunciaron la introducción ilegal de maíz genéticamente modificado por el Puerto de Veracruz, esta organización ambiental presentó el informe «Los Transgénicos en México, 20 años de resistencia y lucha», en el cual advierte los mecanismos de contaminación a los que está expuesta esta semilla.
La contaminación del maíz fue documentada por primera vez en 2001 en Oaxaca. Al año siguiente, tal descubrimiento fue confirmado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y el entonces INE.
Además encontraron pruebas de contaminación en Puebla y en 2004 esto fue confirmado por la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte (CCAAN).
En los años siguientes, se hallaron evidencias de contaminación en 29 de los 32 estados del País, señala el informe.
Greenpeace alertó que se carece de un procedimiento para identificar los mecanismos que intervienen en cada modalidad de contaminación.
Al no identificarlos el Gobierno mexicano puede seguir con políticas públicas que recrudecen el problema en particular, como la importación de Estados Unidos de maíz amarillo genéticamente modificado en un monto que en 2018 alcanzó 15 millones de toneladas, en comparación con casi 5 millones de toneladas en 1998.
El caso del cultivo de algodón es igualmente alarmante, pues en 2010 se detectaron transgénicos en al menos la cuarta parte de las plantas analizadas y se encontraron indicios de flujo transgénico en cuatro de las ocho metapoblaciones, expone el documento.
Para la organización ambiental, la contaminación de maíz y algodón constituye una falla estructural de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM) la cual, en su diseño, no advierte medidas correctivas en contra de esta tendencia.
«Los mecanismos de bioseguridad no han servido para garantizar la protección no solamente del cultivo de maíz sino también en cultivos de algodón nativo y silvestre», explicó en entrevista María Colín, asesora jurídica de Greenpeace México.
«Estos son sólo unos ejemplos, pero también tenemos el caso de la soya transgénica que está generando impactos ambientales, sociales, culturales y económicos en la región peninsular».
Los mexicanos comen, en promedio, 90 kilos de tortilla cada año y cuando un fabricante de tortillas comienza a sustituir el maíz blanco mexicano por el amarillo genéticamente modificado procedente de Estados Unidos -que es más barato- surgen preocupaciones sanitarias sobre todo por el uso de glifosato, herbicida probablemente cancerígeno.
No se están tomando medidas correctivas contra la contaminación transgénica y se está limitando la capacidad de los Estados o de regiones o pueblos que quieran declararse libres de transgénicos como es el caso de Yucatán.