Reforma constitucional del maíz

René Sánchez Galindo

Artículo publicado en la Jornada de Oriente – marzo 22, 2025

Reforma constitucional del maíz

Por René Sánchez

Ayer por la tarde, 17 de marzo de 2025, se publicó la reforma constitucional para proteger al maíz. Hoy, es parte de esa nueva Constitución por la que tanto luchamos. Se trata de una nueva suprema ley que cuida a la semilla de México.

El maíz es la planta con la que se identifica nuestro país, nuestra nación. El maíz se cultivaba antes de la independencia, antes de la invasión española, antes de la fundación de Tenochtitlan, antes de Chichén Itza, antes de Teotihuacán, antes del más antiguo asentamiento Olmeca que se conozca.

Pero no antes de que nuestros antepasados inventaran la agricultura, no antes de que se domesticara al teocintle, la planta madre llamada dios del maíz, esa planta que sin ser cultivada sigue floreciendo hasta nuestros días. Al seleccionar y volver a seleccionar las semillas del teocintle, hace más de ocho mil años, se obtuvo el maíz.

Y al seleccionar y volver a seleccionar a las semillas del maíz, en las montañas y a nivel del mar, en suelos fértiles y en otros no tanto, en tierras de mucha lluvia y en aquellas de poca precipitación, se obtuvieron y se obtienen los maíces nativos.

Y al seleccionar y volver a seleccionar las semillas de los maíces nativos, y sembrarlas junto con frijol, calabaza, chile y más, se obtuvo la dieta equilibrada que hizo florecer a estas tierras; hoy en día, el maíz es un alimento básico que nos proporciona más del 40% de los nutrientes de los mexicanos, lo que no pasa en Estados Unidos, ni en Europa, ni en el resto del mundo.

Y al seleccionar y volver a seleccionar las semillas de los maíces para nixtamalizarlas, como debe de ser, con agua y cal, se obtuvieron y se obtienen tortillas, tlayudas, totopos, tlacoyos, pero además se obtienen granos para el pozole, el tejate y muchos más; se obtiene, en suma, la cocina mexicana, reconocida internacionalmente como patrimonio inmaterial de la humanidad.

Y al seleccionar las semillas de los maíces, ya no por campesinos sino por agrónomos, ya no por agrónomos sino por empresas nacionales y extranjeras, se obtiene, en México, el más alto rendimiento por hectárea en el mundo, ya no tan rico ciertamente, pero sí, un maíz que todavía se puede seleccionar y volver a seleccionar como hace miles de años.

El problema viene con un maíz modificado que no se obtuvo al seleccionar semillas, sino al superar las barreras naturales con la que siempre se reprodujeron y recombinaron las semillas; maíces modificados que al rebasar las barreras naturales dejan de garantizar que libremente se puedan seleccionar y volver a seleccionar las semillas de maíces y teocintles.

Los organismos que son producto de la superación de las barreras naturales de la reproducción o la recombinación han sido llamados mundialmente como organismos modificados o genéticamente modificados, y la tecnología con la que se obtienen, biotecnología moderna.

Existen distintos tipos de organismos modificados: transgénicos, cisgénicos, de edición genética, de biología sintética, modificaciones epigenéticas, y otras más, todas tienen en común que superan las barreras naturales de la reproducción o la recombinación.

Esta característica ha hecho que en todo el mundo se consideren con un nivel de riesgo que en cada caso debe evaluarse. En México, el riesgo de perder el derecho a seleccionar y volver a seleccionar semillas de maíces y teocintles es tan alto que los jueces pararon la siembra de maíces modificados por más de una década, que el presidente López Obrador la prohibió mediante decreto, y hoy se prohíbe por la máxima ley, la Constitución.

Cualquier otro uso de los maíces modificados también genera riesgos. Su uso como forraje, pero sobre todo, su consumo directo como alimento debe ser evaluado. No como hasta ahora, con base en las prácticas de cultivo y consumo de otros países, sino como alimento básico, semilla de identidad nacional y patrimonio global de biodiversidad. Así lo ordena la nueva Constitución.

No nos dejemos engañar con esa mentira de que no hay pruebas de daños a la salud, lo que no hay son pruebas de que los maíces modificados sean seguros para la alimentación mexicana y mucho menos para su cultivo, para seleccionar y volver a seleccionar semillas.

Las empresas extranjeras de biotecnología moderna y el gobierno de Estados Unidos jamás han podido demostrar que los maíces modificados sean seguros para México, ni ante los jueces nacionales, donde hemos ganado, ni ante los jueces internacionales, donde se demostró su ausencia de pruebas, solo que los abogados neoliberales de México no pidieron que se incluyera en la sentencia.

Seleccionemos y volvamos a seleccionar semillas de maíces, de maíces nativos y de teocintles, en todo nuestro México que es su centro de origen en el planeta. Expulsemos del campo mexicano a los maíces modificados, como los transgénicos.

Vigilemos todo otro uso, no nos dejemos engañar, y garanticemos a las generaciones futuras el libre acceso a este único y trascendente patrimonio biocultural.

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