Semillas en la Neo-Globalización
Sep 03, 2019
Grandes empresas ya controlan 70% del mercado mundial de semillas, pero las expectativas de rotar y multiplicar el capital en la agricultura en cada vez menos tiempo parecen inmensas…
Rita Schwentesius Rindermann* y Alejandro Espinosa Calderón**
75% de todas las especies y variedades de plantas comestibles y cultivadas ha desaparecido durante las últimas 100 años, según datos de la FAO. 60% de los alimentos se producen hoy con sólo 3 plantas: Arroz, maíz y trigo. La pérdida de diversidad es una consecuencia de la siembra de variedades de “alto rendimiento” y de la concentración de las empresas productoras de semillas en unos cuantos monopolios. Hasta principios del siglo XXI, las empresas semilleras han crecido a través de la adquisición de negocios del mismo ramo, principalmente. 2017/18 fusionaron DuPont y Dow, Chem-China y Syngenta, y más recientemente Bayer y Monsanto. Ellos controlan el 70% del mercado de semillas.
Sin embargo, a partir de 2008 no se trata solamente de fusiones entre semilleras-semilleras o semilleras-agroquímicas, sino de la penetración del capital financiero improductivo para decidir sobre los comestibles del futuro y el destino de millones de campesinos. El mundo está en la tercera ola de fusiones desde la época después de la Segunda Guerra mundial con dimensiones de magnitudes nunca vistas. Vamos a repasar estas fases para abrir la puerta hacia el futuro.
Durante miles de años fueron los campesinos que guardaron, intercambiaron y mejoraron las semillas. El inicio del siglo XX está marcado por el redescubrimiento de las Leyes de Mendel que dan las bases científicas para el mejoramiento genético de plantas y animales en forma sistemática y permitieron el registro por instancias públicas. En esta fase, las semillas son un bien público y se permite su reproducción e intercambio en forma libre.
Nicolai Vavilov realizó la primera colecta de semillas y definió los centros de origen de las plantas. En los años 30 y 40 genetistas privados reclamaron por primera vez la propiedad intelectual sobre las semillas, buscando el reconocimiento y remuneración de su trabajo sistemático de mejoramiento de plantas (y animales). Así surgió la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), cuyo primer Acuerdo de 1961 reconoce la labor de genetistas, y permite que el material genético estuviera disponible para futuros trabajos de mejoramiento y que agricultores pudieran reproducir su propia semilla. Aunque la UPOV da un valor al trabajo genético, las semillas siguen siendo un bien común y así respetadas por todos los involucrados.
1era Ola de Fusiones a partir de los años 70
Los años 1970 marcan el fin de una época de bonaza económica en los países desarrollados y la primera crisis petrolera es su expresión. Las ganancias de las grandes empresas agroquímicas bajan sobre todo en Estados Unidos. En estos tiempos de tormenta también el marcado de semillas es revuelto; y empieza la protección de propiedades intelectuales con la Ley de Variedades Patentadas de Plantas (Plant Variety Patent Act) en 1970 en Estados Unidos para empresas semilleras. Con el patentado de semillas se esperan poder cobrar cuotas adicionales para garantizar mayores ingresos.
Empresas multinacionales de la industria química, petrolera y farmacéutica compran desde mediados de los años 70 semilleras para hacer frente a la difícil situación económica que les afecta. El caso de Royal Duch/Shell es emblemático para ese desarrollo, la multinacional compra en total 60 empresas mejoradoras y productoras de semillas y por un periodo corto se convierte en el número uno del ramo.
Otras empresas no quedan atrás y participan en el negocio, entre ellos Ciba Geigy, Elf Aquitaine y Sandoz. En esa fase las concentraciones entre estas empresas no reditúan en mayores ganancias, pero el diseño de paquetes que incluyen semillas y agroquímicos había llegado para quedarse y será perfeccionado en el futuro.
2da Ola de Fusiones a partir de los años 90
En la segunda fase, el mercado de semillas se concentra e internacionaliza aún más que en los años anteriores. Avances en la biotecnología (transgénicos) son la fuerza que empujan el desarrollo y se combinan con los biopatentes. La sed por ganancias cada vez mayores presiona hacia la liquidación de las leyes de la naturaleza: por miles de años la agricultura ha dependido del suelo, el clima y los ciclos de la vida (gestación de 9 meses en el caso de las vacas).
Pero la biotecnología reta a la naturaleza. Hasta hace pocos años, los genetistas necesitaban 10 a 12 años para seleccionar una nueva variedad de granos, la nueva tecnología de “transferir y quitar genes” de cualquier ser vivo a una planta promete hacer lo mismo en sólo 8 años.
Las expectativas de rotar y multiplicar el capital en la agricultura en cada vez menos tiempo parecen inmensas, pero los posibles daños se niegan por parte de las instancias oficiales.
En 1997, Monsanto compra Calgene, que desarrolló el jitomate de larga vida en anaquel. En 1998 adquiere el negocio de semillas de Cargill y DeKalb Genetics Corporation. Otras compras convierten a Monsanto en la segunda productora de semillas transnacional del mundo. En el año 2000 se amplía con Pharmacia & Upjohn. A la vez, la empresa ordena sus diferentes negocios para convertirse en 2002 totalmente en una empresa de agroquímicos y semillas transgénicas. En 2005 consigue Seminis, empresa especializada en semillas de hortalizas; en el mismo año incorpora a Emergent Genetics que domina el mercado de semillas de algodón. En 2006 paga en efectivo la compra de Delta & Pine Land, especialista en soya y algodón con operaciones en 18 países.
Como muestran el ejemplo de Monsanto, las fusiones persiguen el objetivo de ampliar los mercados y diversificar la oferta a través de la apropiación de la cartera de productos y clientes de otros competidores. A la vez, se liquidan a competidores, y con pocos productos se atienden a mercados cada vez más grandes. En ese contexto se deben ubicar a las semillas transgénicos y su patentado. Las semillas ya no permiten la reproducción por los campesinos, lo que no es otra cosa que ampliar el mercado. La “protección” con patentes garantiza la exclusividad de empresas como Monsanto y además crea un mecanismo de generar ganancias a través del cobro de un sobreprecio. La receta ideal es la combinación semillas-agroquímicos.
Tercera ola de fusiones de 2010 a la fecha (En la próxima entrega)
*Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias e investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias para el Desarrollo Rural Integral (CIIDRI), Universidad Autónoma Chapingo
**Investigador del INIFAP