Ni aumenta la tortilla ni prohíbe maíces híbridos: ¿Qué dice la Ley de fomento al maíz nativo?

Ni aumenta la tortilla ni prohíbe maíces híbridos: ¿Qué dice la Ley de fomento al maíz nativo?

Expertos señalan que el maíz nativo tiene ventajas para la salud, además de que ayudaría a enfrentar mejor el cambio climático.

ANIMAL POLÍTICO Por Samedi Aguirre / 20 de noviembre, 2019

Tamales, pozole, pinole, tortillas… el maíz en México es protagonista en la alimentación nacional. En el país crecen 64 razas distintas de maíz, de las cuales 59 son nativas, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
En el Senado se discute la creación de la Ley Federal para el fomento y protección del maíz nativo, lo que hizo surgir muchas dudas: ¿Qué es el maíz nativo?, ¿bajará la producción de maíz nacional?, ¿el precio de la tortilla está en riesgo?, ¿es necesaria esta ley?
En abril, la Cámara de Senadores recibió la Iniciativa con Proyecto de Decreto para crear la Ley Federal para el Fomento y Protección del Maíz Nativo (LFFPMN), que suscribieron las senadoras Ana Lilia Rivera Rivera y Jesusa Rodríguez Ramírez, integrantes del Grupo Parlamentario de Morena.
El proyecto fue turnado a las comisiones unidas de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural y de Estudios Legislativos, quienes agregaron algunas modificaciones.
Pero a principios de octubre, surgieron muchas dudas sobre este tema y a la fecha la LFFPMN todavía no ha sido discutida, votada ni aprobada.

La Ley no encarece la tortilla, ni prohíbe los maíces híbridos

La legislación dice que con el objetivo de garantizar el derecho humano a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, el Estado debe fomentar que las personas tengan acceso efectivo al consumo informado de maíz nativo y en diversificación constante; así como a los productos derivados, en condiciones libres de organismos genéticamente modificados y otras técnicas de mejoramiento genético.
Precisamente esta última parte causó duda, especulación y en muchos casos miedo. Pues circuló en redes sociales y en algunos medios de comunicación que con esta legislación, productos básicos como la tortilla podrían aumentar drásticamente su precio.
Se dijo que, de entrar en vigor, el kilo de tortilla podría costar hasta 60 pesos. Pues, supuestamente, en este proyecto se limita la producción de maíz híbrido. Este argumento se adjudicó al Consejo Nacional Agropecuario. “Esta medida generará escasez de maíz y aumentará los precios de todos sus derivados”, dijeron.
Pero dentro de las modificaciones realizadas a la propuesta inicial se incluyó la definición de “diversificación constante”, la cual se refiere a “los proceso evolutivo de domesticación continua, mediante técnicas de agricultura nativa, que por milenios ha permitido una diversidad genética con variantes en tamaño, textura, color de mazorca y de grano con capacidad de adaptabilidad a condiciones climáticas amplias y versatilidad en usos”.
Es decir, la Ley Federal para el Fomento y Protección del Maíz Nativo incluye al maíz híbrido y únicamente excluye la producción que incluya técnicas de mejoramiento genético.
Cristina Barros, investigadora y divulgadora de la gastronomía mexicana, explica que México produce suficiente maíz. “El 75% de las unidades agrícolas se siembran con maíces nativos y 25% con variedades híbridas. En México se producen 18 millones de toneladas de maíz y solo se requieren 13”, así que quien diga que habrá escasez o que subirá el precio de la tortilla como consecuencia de esta legislación, lo afirma por ignorancia o de mala fe”, aseguró.
El maíz genéticamente modificado (GM) o transgénico, son plantas con el ADN alterado en un laboratorio para darles propiedades que no pueden recibir por medio de las técnicas de reproducción tradicional. Es decir, mediante técnicas genéticas se modifican las características de ciertos organismos, en este caso, de alimentos.
“El maíz es el principal alimento de los mexicanos. De las tortillas obtenemos entre 50 y 70% de los hidratos de carbono, y una parte de las proteínas, de algunas vitaminas y de minerales, especialmente calcio”, dice Cristina Barros.
Además, la investigadora cuenta que al ser producido principalmente en milpas, el maíz se convierte en un policultivo en el que además se siembra frijol, calabaza, chile, quelites. Pero su importancia va más allá.

¿Por qué el maíz nativo es mejor que el transgénico?

Para el doctor Rafael Ortega Paczka, Profesor Emérito de la Universidad de Chapingo, la Ley de protección al maíz nativo debe de aprobarse. “Lo fundamental es comprometer al estado a la defensa de los maíces nativos y su uso en las formas tradicionales”, asegura.
El académico explica que los maíces nativos son plantas originarias de México, que se han ido reproduciendo por prácticas de los agricultores. Mientras que los híbrido acriollados son maíces que alguna vez compró el agricultor, y después las combinó con sus maíces nativos.
“Nos hemos enfocado en producir más y hemos descuidado la calidad, los híbridos no satisfacen la calidad que necesita la gastronomía mexicana. Los transgénicos son modificados genéticamente y en muchos casos contienen glifosato y eso también afecta la salud”, comenta Rafael Ortega.
La maestra Cristina Barros cuenta que los antiguos mexicanos crearon maíces para distintos ecosistemas, lo que es muy importante en un país como México que ocupa el quinto lugar en biodiversidad.
“Hay variedades de maíces adaptados para los más diversos climas, suelos y altitudes, la contaminación de estos maíces con maíz transgénico nos llevaría a perder estas variedades que nos pueden ayudar a sortear de mejor manera los efectos del cambio climático”, menciona y agrega que la FAO recomienda impulsar la agricultura familiar para mitigar el cambio climático.
La especialista de la gastronomía mexicana explica que hay por lo menos tres razones por las que no deberían sembrarse en México los maíces modificados genéticamente:
La primera es que contaminaría a las variedades nativas de maíz, y como consecuencia se perdería la biodiversidad.
La segunda razón es que esta tecnología tiene como verdadero fin privatizar las semillas, Cristina Barros explica que en el proceso a la semillas se les inserta un marcador, que si aparece en los maíces de una parcela contaminada, las empresas productoras de estas semillas pueden acusar de robo a los productores.
La tercera es que el herbicida que se utiliza junto con la variedad más extendida en Estados Unidos de maíz genéticamente modificado, que es el glifosato, ha sido vinculado como un factor cancerígeno.
“Y no hay ventajas con el maíz transgénico porque estudios realizados en Estados Unidos muestran que no son más productivos que los maíces híbridos sembrados en las mismas condiciones, no se utiliza menos agua durante su cultivo, ni se utilizan menos agrotóxicos, al contrario, se ha incrementado el uso de estos químicos en la agricultura industrial”, advierte.
Además, señala que se corre el riesgo de perder variedades de maíces necesarios para la rica y variada cocina mexicana, que es considerada Patrimonio de la Humanidad, por ser un “modelo cultural completo que comprende actividades agrarias, prácticas rituales, conocimientos prácticos antiguos, técnicas culinarias y costumbres y modos de comportamiento comunitarios ancestrales”.
“Para Estados Unidos el maíz es una mera mercancía, un commodity como se dice en Economía. En cambio, en México el maíz es mucho más por ser el alimento diario de la vida social, porque tiene importantes significados para nosotros, y también es centro de cultura, pues en torno a la milpa hay numerosas prácticas, ceremonias y conocimientos heredados de generación en generación”, dice Cristina Barros.

¿Cómo podría mejorar la ley?

Para Cristina Barros, la protección de la biodiversidad de los maíces mexicanos debe ser un asunto de seguridad nacional.
La investigadora plantea su postura sobre los organismos genéticamente modificados, en el libro de Greenpeace Transgénicos en México: 20 años de resistencia y lucha: “Es indispensable exigirle al gobierno una negativa terminante a la siembra de maíz transgénico y de otras plantas de las cuales México sea centro de origen y diversificación”, menciona.
La especialista explica que en México se necesita, entre otras cosas, un titular en la SADER que no defienda los intereses de las grandes corporaciones extranjeras, una Cámara de Diputados que no apruebe leyes lesivas para el país que nos atan a las empresas extranjeras, un alto las importaciones masivas de maíz que incluyen maíz transgénico.
Además de leyes que protejan la diversidad de las plantas mexicanas y que establezcan medidas claras de bioseguridad, así como un etiquetado de alimentos que indique si contienen transgénicos.
“Sin esto será evidente que no hay voluntad política real para defender el patrimonio más importante de los mexicanos que son las semillas vinculadas a la alimentación, una alimentación sana, inocua, suficiente y culturalmente afín, en los términos que lo plantea la FAO y el artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, sentenció.
El académico de la Universidad de Chapingo refiere que también se debe de analizar la situación del frijol. “Hay que volver a la dieta y a la cultura tradicional, pues la sustitución ha traído consecuencias como la obesidad y otras enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes. La defensa de los maíces nativos también implica cuestiones de salud”, aseveró.
Rafael Ortega Paczka, dice que hay que aumentar el consumo de alimentos de buena calidad, pues la conservación de los maíces nativos depende del consumo. “Tenemos que presionar para etiquetar los productos, para saber de dónde y qué tipo de maíz estamos consumiendo. Los maíces nativos no solo son para tortilla de buena calidad, también para pozole, galletas o muchos otros alimentos”, señala.
En un posicionamiento, la Red en Defensa del Maíz manifestó su preocupación por la LFPM, pues argumentan que “la redacción de la Ley se ha cuidado para no molestar a las voces que piden transgénicos con lo cual, lamentablemente, dejan la puerta abierta para quienes promueven los OGM”.
Para esta Red falta un posicionamiento firme contra el maíz transgénico y una mayor claridad en la definición de maíz nativo. “Como Red en Defensa del Maíz, no aceptamos la imposición de leyes y estructuras que pisotean, niegan y desprecian nuestras prácticas campesinas y nuestra identidad”, finaliza.

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